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martes, abril 22, 2014

Ejemplos de gestión (de la pobreza)

Comedor social en Málaga impulsado por el 15-M y la PAH.

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Diario Información » Cartas de los lectores
Manuel Mendiluces Solivelles

¿Ejemplo de gestión? 

Alicante, 21/04/14
Me gustaría saber qué cuerpo se les queda a los miembros del Gobierno cuando leen un informe de Cáritas en el que les dicen que 2,5 millones de niños en nuestro país están en riesgo de exclusión social y que los que van a los comedores sociales se guardan un trozo de pan para su abuelo que no ha comido nada durante todo el día. Al tiempo que han rescatado con miles de millones la banca y no son capaces de legislar para que los culpables de nuestra ruina paguen en las cárceles sus desmanes. Somos los segundos en el ranking mundial de la pobreza infantil por detrás Rumania. Pero cuando hablamos de pobreza infantil, estamos hablando de pobreza familiar. Somos el tercer país que más ha bajado los sueldos en el mundo y el segundo en precariedad: se pone a los profesionales en la calle para contratarlos un mes después por la mitad del sueldo que ganaban. Los sueldos han bajado una media del 10% y los sueldos de los dirigentes han subido un 7%. Mientras tanto, la deuda del Estado sigue subiendo y estamos en una deuda pública en España en 2013 que ha sido de 960.640 millones de euros, ha crecido en 75.987 millones de euros desde 2012 hasta llegar al 93,96 del PIB. Y, a pesar de todo esto y de los muchos recortes sociales, nos dicen que somos un ejemplo de gestión para el resto de Europa.

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París, mayo de 2010

El problema de Francia es el empleo y el crecimiento, no el déficit
JOAQUÍN ESTEFANÍA  El PaísMadrid 21 ABR 2014 - 00:57 CET
Sin necesidad de una reunión previa del Ecofin o del Eurogrupo, sin telefonazos de Obama o del primer ministro chino, el jefe de Gobierno francés, Manuel Valls, ha certificado el fin de la “vía francesa hacia la austeridad” y la alineación del país con la política económica del resto de Europa, que hegemoniza Alemania. Todo recuerda a lo que sucedió en España a partir del 9 de mayo de 2010, cuando Zapatero dio un giro copernicano a su política económica ante la posibilidad inmediata de una intervención. La Francia socialista inicia así, con varios años de retraso, un parecido camino al de la España socialista.
Hay analogías pero también diferencias entre el mayo español de 2010 y el abril francés de este año. Entonces fueron 15.000 millones de euros de recortes (congelación de las pensiones, reducción del sueldo de los funcionarios, fin del cheque-bebé, limitación de la inversión pública, no a la retroactividad en los pagos a la dependencia,…); ahora son 50.000 millones en tres años (pensiones, sueldo de los funcionarios, protección social, disminución de las administraciones públicas…). En aquel momento, en España se pretendió no tocar tres de los pilares del Estado de Bienestar, educación, sanidad y seguro de desempleo (que luego también serían amputados por el PP). Francia salva sobre todo su educación, lo que es muy digno de subrayar.
Mayo de 2010 supuso el principio del fin de Zapatero y el anuncio de la debacle electoral socialista año y medio después. Los socialistas franceses salen de una catástrofe muy reciente en las municipales y parecen elegir el suicidio para las elecciones europeas con estas medidas (contestadas en su propio partido y en el resto de la izquierda política y sindical). ¿Tan fuerte es el poder alemán (ahora trufado por la presencia de los socialdemócratas en el gobierno de la señora Merkel), que desde hace tiempo está practicando las “políticas de perjuicio al vecino” que denunció la economista Joan Robinson?
El PSF, como antes el PSOE, se ha confrontado a dos legitimidades distintas: lo que le exige Bruselas (un calendario concreto en la reducción del déficit, reformas estructurales) y lo que se comprometió con sus votantes en las últimas elecciones generales: ampliar el plazo de consolidación fiscal, subidas de impuestos en vez de reducciones del gasto público al tener esta fórmula menos efectos recesivos, reformas estructurales pactadas con los agentes sociales, un Pacto de Competitividad para generar empleo masivo, sobre todo entre los jóvenes, etcétera.
Hollande ganó las elecciones porque sus votantes (y mucha otra gente de la izquierda europea) entendieron que resistiría el austericidio procedente de Berlín, Francfort y Bruselas, dado el poder económico y político de Francia. Lo que habían perpetrado con Grecia, Portugal, Irlanda, y en otro grado con España e Italia, no lo podrían repetir con Francia. En ese choque de legitimidades, Hollande y Valls se han comprometido con la vía de Bruselas y han abandonado su programa. Un colectivo de diputados socialistas ha concluido que el paquete es “contrario a los compromisos adquiridos con los electores”.
Lo paradójico es que hoy el primer problema económico de Francia se denomina estancamiento y ausencia de empleo, no déficit excesivo. El PIB creció el año pasado tan sólo un 0,3% y se estimaba, antes de estas medidas de ajuste, que en 2014 sería sólo de un homeopático 1%. El paro está cerca del 11% de la población activa, y en una tendencia ascendente, mientras que el déficit público cerró el año pasado en un 4,3%.
El Observatorio Francés de Coyuntura Económica, perteneciente a la prestigiosa Sciences Po, estima que los recortes restarán un 0,9% al crecimiento del PIB de este año (se quedaría tan sólo en una décima), y 0,7 puntos al de 2015. Dado el peso que la economía francesa tiene en la zona euro, este estancamiento afectará a las economías del resto de la zona, tan necesitadas de estímulos externos.
Pero lo más significativo es que Hollande, como antaño Mitterrand , y como en España Zapatero y Rajoy (en este caso, gobiernos de distinto signo ideológico) no han podido aplicar sus políticas para salir de la crisis y les han impuesto otras. Cambian los gobiernos pero no las políticas, y eso lo ven los ciudadanos.
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Bocanadas


Los secretos de la circulación de la sangre del cuerpo humano se dieron a conocer casi dos siglos después de descubrir que la Tierra se movía alrededor del Sol. Así que no por estar más cerca conocemos mejor el funcionamiento de los organismos. Quizá esto explica que en plena regresión económica europea no tengamos aún una conciencia clara de cómo funciona la circulación financiera en nuestro continente. La semana pasada hemos asistido a la muy favorable subasta de bonos del estado griego. En ella se colocaron 3.000 millones de euros en bonos a cinco años y sirvió para que los analistas festejaran los inicios de una recuperación inducida. Pero los organismos reguladores lograron este éxito con truco, con lo cual se han abierto más interrogantes que respuestas. Se maneja el terror y el estímulo como si fuera un engranaje estudiado al milímetro.
Esta bocanada de aire para la deuda griega ha coincidido con la remodelación del gobierno francés y el anuncio de un plan de ahorro estatal en el país vecino. Conocemos el funcionamiento de ese mecanismo, porque lo utilizan los partidos en el gobierno para dotarse de oxígeno, pero finalmente se asfixian en su propia reforma. Las democracias no parecen tener otra opción que recurrir a esos pulmones artificiales que les ofrece el sistema financiero. Según se tercien los intereses, al paciente se le informa de que está al borde del precipicio o en el camino de la salvación dependiendo de si es más conveniente enseñarle el principio del túnel o el final. Los medios, en este juego de perspectivas trucadas, aceptan el papel y presentan como un beso lo que es en realidad un boca a boca.
Los ciudadanos se sienten algo mareados, bamboleados de un extremo a otro de la cubierta de un barco en zozobra. La mayor sorpresa es que casi nadie tenga una receta distinta más allá de discursos tremendistas, nacionalistas o colectivistas. Y en lugar de estudiar, todos andan demasiado ocupados en la próxima campaña electoral. Más temprano que tarde, en lugar de pedirles el voto, sería conveniente que ofrecieran un modelo de economía social donde las personas fueran devueltas al papel protagonista y no al de figuración sin frase como masa movida por órdenes de megáfono.

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Salud y enjundia

Keli

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