El mundo susurrado (Cuento)
EL MUNDO SUSURRADO
Érase una vez una epidemia consistida en velar la voz. Ya no se podía cantar a voz en grito por los caminos, ya no vocearle al vecino: ¡BUENOS DÍAS QUÉ TAAL, VECINA, QUÉ TAAL VECINO, CÓMO SE PRESENTA EL DÍA!
Empezaron, entonces, los convecinos a soplarse el aire palabrado cada vez más cerquita: ¡cómo vienen hoy los rumores, ¿decía usted?, ay me lo diga un poco más pegado, para sentirlo!
Y, de este modo, sucedió que, entre susurrro y susurro, cada cual se miró mejor a los ojos, cada cual se acercaba un poquito más, disfrutando, ya nadie quería recuperar la voz.
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