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miércoles, octubre 20, 2010

"Algún signo de apariencia"

Diario del Aire, actualidad de América Latina y Europa

martes 19 de octubre de 2010

GARCÍA RÚA Y EL SIGLO DE CNT



Este pasado fin de semana, en uno de los telediarios de La Primera de TVE, pudimos vislumbrar más que visionar con detenimiento una escueta información que hablaba del centenario de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la histórica organización anarcosindicalista a la que corresponde buena parte de los logros obtenidos por la clase obrera en España.

Fue tan fugaz la información que apenas tuvimos tiempo de apreciar la presencia y la palabra de una de las personalidades más carismáticas de la CNT de hoy, el filósofo anarquista, ensayista y poeta José Luis García Rúa (Gijón, 1923), cuya trayectoria personal, intelectual y humana, es para quien escribe estas líneas todo un modelo de dignidad y coherencia desde la memoria gijonesa que comparte con el anciano profesor cuando era uno de sus espontáneos alumnos adolescentes.

La CNT ha organizado a lo largo de este año un centenar de actos culturales con motivo de su siglo de existencia, si bien la presencia de este tipo de eventos está teniendo tan escueta y fugaz difusión como la concedida por ese telediario al sindicato anarquista. A ejemplo de lo que ocurrió durante la Transición, la CNT sigue siendo ninguneada por los medios de información. Ni se habla de lo que representa hoy en día (50.000 militantes), cuando muchos trabajadores se van hartando de la mansedumbre acomodaticia de los sindicatos mayoritarios y se percibe un aumento de militancia cenetista, ni se recuerda a fondo lo que supuso en el pasado.

A la CNT se debe, y bueno es recordarlo cuando los derechos laborales están siendo amenazados y recortados por el neoliberalismo galopante -con toda Francia levantada en reiteradas huelgas generales-, la jornada de ocho horas y la erradicación del trabajo infantil, así como los primeros y más decididos avances en pro de la igualdad de la mujer, el amor libre, el ecologismo y el antimilitarismo.

En el telediario aludido no pudimos escuchar más que media frase de mi recordado profesor García Rúa. Si el curioso lector tiene interés en saber de su biografía y bibliografía, le invito a que se informe. Yo no puedo resistirme a insertar unos párrafos de la entrevista (toda ella interesante) que hace algo más de un año se publicó en Granada Digital (José Luis fue profesor de Filosofía en aquella universidad) y en los que García Rúa se refiere a la fase actual que vive el capitalismo:

"La situación es gravísima y decisiva. El capitalismo está a punto de concluir su triste ciclo (no hablamos de días ni de inmediateces). En medio de esta grave situación, los Estados capitalistas sólo pueden aplicar métodos falsos para producir, igualmente, falsas impresiones: psicologizar la situación, en un intento de generar la confianza que impida la protesta firme y real. Para ello, es su tarea emplear e inventar todo lo que pueda producir algún signo de apariencia; manejar, sistemáticamente, la mentira con la mayor naturalidad; emplear el dinero que no tienen, comprometiendo, así, si la cosa les resultase, la vida de tres o más generaciones. Pero, claro, para excusarse a sí mismos, hay que buscar culpables, y así abren la boca para señalar especuladores sin nombre, a los que, sin embargo, siguen en sus métodos. Y, como son sin nombre, claro, todo es abstracción y todo queda en casa. Quieren ganar tiempo, para intentar otra ronda de cincuenta años. Tienen, para ello, que mantener una situación que haga que sea el propio obrero el que pida bajar drásticamente los salarios, aumentar sin tasa la jornada laboral y la edad de jubilación (bueno, es un decir, porque la jubilación queda, en sí misma, en entredicho), aceptar condiciones insufribles de trabajo, cualquier cosa. Todo, antes que perder el empleo, bueno, la ilusión del empleo. Conseguido esto, los Estados capitalistas podrían ya, para otros cincuenta años, diseñar una situación obrera con más del 30% de paro obrero estable, jornadas interminables, precariedad total, riesgo absoluto, derechos sociales recortados al máximo o inexistentes, jubilación inexistente o en suma precariedad, y, mediando las oportunas deslocalizaciones de empresas y las ETT´s correspondientes, dispersión absoluta de la clase. La hora es, pues, de que la clase obrera diga ¡basta!. Una clase sin conciencia de sí misma, pero que sólo actuando puede recuperar. La hora es de internacionalizar el movimiento obrero activo y de que se mantenga al margen de los partidos que intentarán recuperarlo para someterlo de nuevo a la máxima cosificación y renovar nuevas formas de esclavización. Heredarán, así, los trabajadores un mundo dislocado y semidestruido, pero sólo, únicamente ellos podrán construir un mundo nuevo".

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