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miércoles, octubre 28, 2009

Eh, la ecobola no lava tan blanco




Público, 18 octubre 2009

Miguel Ángel Sabadell / Ciencia de Pega

Si hay algo que envidio a los sacacuartos es su imaginación para vendernos cualquier chorrada y convencernos de que funciona. Si no, vean la chorrimemez de la ecobola, o sea, una esfera de plástico con canicas de cerámica en su interior que metida en la lavadora hace que salga la ropa más limpia que limpia sin necesidad de detergente. Lo único difícil es escoger cuál comprar de entre las muchas que han aparecido en el mercado al calorcillo del dinero fácil y la tontería humana. Llevamos lavando nuestra ropa durante más de 2.000 años con jabón y no nos hemos dado cuenta hasta ahora que basta con romper un vaso de cerámica, meter los trozos en un balde de agua, agitarlo un rato y… ¡tachán! Las manchas y la guarrería desaparecen como por ensalmo.

Por supuesto, esta supermágica tecnología ha aparecido por ciencia infusa pues no hay ni una sola investigación científica publicada sobre el tema en ninguna revista del mundo. ¿Cómo funciona? Vean, vean: “Aplicando la bioelectricidad (ahora será que el plástico o las cerámicas son bio…) y la hidrodinámica (que no es otra cosa que mover el agua) se ioniza el agua y se cambia su estructura molecular”.

O sea que usted mete una pila de petaca en un barreño, lo agita y el agua dejará de ser H2O. Las condenadas bolitas “ionizan, regulan la acidez adecuando el pH, el nivel de cloro y la dureza del agua. Así mismo esterilizan y desinfectan las prendas”. ¿Para eso nos gastamos tanto dinero en depuradoras de agua? Esto sí tiene su punto: la cerámica tiene poder antibiótico.

La cosa funciona porque las cerámicas emiten radiación infrarroja que favorece “la eliminación de la suciedad sin necesidad de detergentes”. Teniendo en cuenta que cualquier material a temperatura ambiente emite radiación del infrarrojo lejano, incluyendo el tambor de la lavadora… ¿para qué coño queremos la ecobola?

Si usted aún persiste en creerse esta patraña y que son los rayos infrarrojos los que limpian, desinfectan y esterilizan la ropa, pase de ecobola porque la lavadora, por su propia naturaleza, también hace lo mismo.

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COMENTARIO POR CASIMIRO BARBADO LÓPEZ — 18/10/2009 @ 18:06

El 30 de septiembre publiqué algo en la misma línea.

ECOTROLAS

La ecobola y la ecoducha son dos propuestas “naturales” para lavar la ropa sin detergente y ducharnos sin jabón. Ambas se basan en el poder beneficioso de los iones negativos. La generación de éstos se consigue, en la ducha, micronizando el agua; es decir, haciéndola pasar por un tamiz con un diámetro de poro muy pequeño. La ecobola contiene bolitas de cerámica emisoras de rayos infrarrojos que rompen las combinaciones de hidrógeno del agua y aumentan su movimiento, incrementando así su poder de lavado. Ambas tienen también un poderoso efecto bactericida y fungicida. Los beneficios son múltiples: Ahorro de agua, detergente, jabón y geles; reducción de la contaminación y mejora de nuestra salud, ya que la ducha previene contra la caspa, el acné y la caída del cabello y alivia, entre otras patologías, la dermatitis y la psoriasis. ¡Una maravilla!… Si fuese verdad.

Pero, ni existen ensayos clínicos respecto a las bondades de los iones negativos ni pruebas que confirmen los beneficios para la salud de la ecoducha. Y, aunque las bolitas de cerámica emiten radiación infrarroja (como un periódico o usted mismo, atento/a lector/a), no ionizan las moléculas de agua. Tampoco lo hace su micronización. ¡Menos mal! Si así fuera, se formarían radicales libres de oxígeno, unos agentes muy oxidantes que podrían provocar alteraciones en las células de la piel y de las vías respiratorias. Por tanto, seguiremos necesitando el jabón, con su diseño molecular perfecto (muy natural, por cierto): Por un lado se une a las moléculas de grasa y, por el otro, a las de agua, arrastrando la suciedad con el lavado. Y para cumplir con creces con la higiene y la limpieza, sin cometer “pecado” contra Gaia, bastaría con echar menos detergente a la colada, lavar a menor temperatura y ducharse en vez de bañarse.

Los tres principios anteriores: Reducir el consumo, propiciar la salud y cuidar el medio-ambiente sustentan el consumo ecológico y responsable. Gracias a la aparición de estas nuevas sensibilidades y conciencias, lo ecológico se está poniendo de moda (¡cara!). Hay incluso avances tecno-ecológicos, como lavadoras y coches. Por eso, en este nuevo contexto social, es necesario definir con rigor lo que significa este concepto. En alimentación tenemos ya un referente. Es la agricultura ecológica (biológica u orgánica): Un método de producción agrícola y ganadera caracterizado por el mantenimiento de la biodiversidad de los ecosistemas y la fertilidad del suelo, que excluye el uso de productos químicos de síntesis tales como abonos, fertilizantes y biocidas (herbicidas, insecticidas, etc.), así como el de organismos modificados genéticamente. Esto no significa una vuelta al pasado, sino un paso más en la aplicación del conocimiento científico global al medio-ambiente y a la salud. En otras áreas de consumo existe la denominada “etiqueta ecológica”, cuyo objetivo es la promoción de productos que pueden reducir los efectos ambientales adversos, en comparación con otros productos de la misma categoría. Así, bajo estos puntos de vista más estrictos y regulados, pocos bienes de consumo son realmente ecológicos. La mayoría son “ecotrolas”, auténticos camelos que se esconden muchas veces bajo el término natural, disfrazados de un lenguaje pseudo-científico, para dotar al mensaje de mayor rigor y seriedad. Y de paso, darnos el sablazo.

Los productos procedentes de la agricultura ecológica son más nutritivos y saludables que los convencionales. Hay estudios independientes que lo avalan. Pero, a sabiendas de que esta opinión será refutada por los negacionistas más recalcitrantes y la siguiente por los verdes más “iluminados”, también he de decir que lo natural no siempre es beneficioso. Hace decenas de miles de años los seres humanos descubrimos el fuego. Desde entonces hemos dado pasos de gigante en nuestra evolución cultural. La comida cocinada nos ha permitido aprovechar mejor los alimentos, almacenarlos, transportarlos, facilitar su digestión, eliminar sus microorganismos, neutralizar ciertas sustancias tóxicas, etc. Sin embargo, la moda crudista está en auge y no es una forma de alimentación saludable. También lo están las “medicinas naturales” (reiki, biomagnetismo, gemas curativas, etc.), pero muy pocas de estas terapias se basan en resultados contrastables y reproducibles, aunque tal vez posean efecto placebo. El engaño se cuela en nuestras vidas cuando asumimos el consumo como una religión: Con una fe ciega en las fuentes de información, agravada por la falta de cultura científica y de su valor añadido: el espíritu crítico.

Sin embargo, a pesar de que pocas cosas son ecológicas, en el sentido legal del término, sí podemos hacer algo por nuestra salud, el medio-ambiente y las generaciones presentes y futuras: Consumamos menos y de forma más inteligente, solidaria y comprometida, para legar a nuestros nietos/as, a todos los nietos/as del planeta, un mundo mejor. Ésta es la esencia de la sostenibilidad.

Diario Córdoba 30.09.09

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Salud y enjundia

Keli

2 Comentarios:

Anonymous La Leode los madriles declara...

Gracias PAco por estos post, además de sensatos son divertículos también. Lo paso.
Besos
La Leo

02 noviembre, 2009 22:32  
Blogger el paco .-) declara...

Pues, La Leo, según te Leo, dan ganas de quedar a tomar un café donde Los Gatillos, por ej.-)

03 noviembre, 2009 15:37  

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