Este mar
Hasta que no te topas, un buen día, de sopetón con tu ortodoncista –un suponer- con tres copas de más, y con el brillo turbio y huidizo de su mirada abochornada, no caes de bruces en la cuenta -volando para siempre los bastidores de tu pequeño teatro- de la consistencia vasta e inaprensible de la realidad: la coexistencia de infinitas realidades, superponiéndose, intrincándose unas con otras en un proceso imparable y básicamente ajeno. Caben entonces dos reacciones: o zambullirse en el río, o sentarse a contemplar. ¿Sólo dos? ¿Y aquell@s que, interrogando a la ciencia de los vientos, las estrellas y corrientes, se van construyendo un barco y, con los sentidos abiertos, van navegando este mar que nos reclama?
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