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viernes, abril 09, 2010

Para escribir hay que leer vi




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Los dos jóvenes iban vestidos aproximadamente con el mismo estilo que su padre. Hasta llevaban el cuchillo guardado en la bota derecha. Sus esposas, que se colocaron cada una detrás de su marido, llevaban pantalones vaqueros, camisas de franela de colores vivos y mocasines y chaquetas de piel de gamo.
Joshie tenía apenas un año más que su hermana Kay, y lo único que las diferenciaba e impedía confundirlas por gemelas era que la expresión de Joshie era algo más seria -debido a las dificultades de su vida con Boz-. Las dos jóvenes tenían el cuerpo pequeño y bien formado, y eran prácticamente de la misma estatura. Las dos llevaban el pelo largo y peinado tan tenso hacia atrás que les dejaba muy tirante la piel de la cara, dándoles en todo momento una expresión extraña.
Mientras su abuelo las miraba severamente, tratando de encontrar algún fallo en su vestido o en su porte, las dos permanecieron con los ojos fijos en el suelo y los labio apretados para que no pudiera dar la impresión de que sonreían. Satisfecho tras la inspección, Tepaha abrió las puertas que daban al comedor y llamó secamente a su nieto I. K.
I. K. entró, con las manos hundidas en los bolsillos de su traje comprado por correo. Sus zapatos de color amarillo vivo golpeaban el suelo, dando a su paso un aire de garboso contoneo. Su pelo abrillantinado estaba partido por una raya en medio, de acuerdo con la moda que seguían los gomosos de aquella época. A pesar del ominoso ambiente que reinaba en el bar, el muchacho sonreía. En realidad estaba convencido de que no podía ocurrirle nada malo.
Era el menor de los nietos de Tepaha, y el favorito del viejo Ike. Los dos lo habían malcriado, riéndose de su forma de vestir y riñéndole sin auténtica severidad por su vagancia e inutilidad. I. K. pensaba que tampoco ahora iban a mostrarse muy duros con él.
-Hola, abuelo; hola, tío Ike -dijo- ¿qué tal os va?
-Silencio -dijo Tepaha-. Te has deshonrado y mereces un castigo.
-¿Yo? Pero abuelo...
Tepaha le dio una bofetada, y mientra sonaba el quejido de I. K. le dio otra. El muchacho apretó los 





dientes, con los ojos llenos de lágrimas. Tepaha sacó de su bota su brillante cuchillo y se lo dio a I. K.
-Dáselo a tu tío Ike. Usará mi cuchillo y su mano. De esta forma los dos te castigaremos por haberle robado a él.
N-no! -dijo I. K. tragando saliva-. Yo... ¿qué va a...?
-Te cortará un dedo.
-¿Cortarme...? ¡Oh no! P-por favor, abuelo. Por favor, no...
Tepaha le lanzó una mirada pétrea y repitió implacablemente su sentencia. El viejo King debía cortarle un dedo inmediatamente, y amenazó a su nieto con que, de resistirse, le cortarían dos, y hasta tres.
-Oye -protestó Arlie- no me parece justo.
-Silencio -dijo Tepaha.
-No es justo, abuelo Tepaha. Fuísteis tú mismo y papá quienes le enseñaron a I. K. sus picardías. Os reíais cuando robaba algo. No es culpa suya que...
-¡Silencio! Esta vez ha robado algo que era de su propia familia, algo que pertenecía a tu padre. Ha cometido un gran crimen, y me ha deshonrado.
-¡Maldita sea!
Tepaha extendió la mano rápidamente y le dio una bofetada a Arlie en plena cara. Luego le dijo que si no se quedaba callado le daría otra vez. Arlie se quedó tan desconcertado que Boz se rió de él.
-¡No tienes pelotas, chico! ¡Que trate de pegarme a mí y sabrá lo que es bueno!
Arlie no hizo caso de la pulla. Tepaha agarró a su nieto por el brazo, y de un empujón le tiró hacia donde estaba el viejo Ike. Temblando, I. K. levantó su mano izquierda, e Ike le rebanó limpiamente el tercer dedo y se lo entregó al chico.
I. K. lo tomó y lo sostuvo contra el pecho. El miembro estaba sangrando. Con los ojos en blanco y a punto de desmayarse, I. K. oyó a Tepaha pronunciar el resto de la sentencia. Le condenaba a abandonar inmediatamente King's Junction y le amenazaba con matarle si alguna vez se atrevía a regresar.
-Ahora, vete -dijo Tepaha.
I. K. se fue, y el viejo apache cerró tras él las puertas del comedor.
Tepaha se dio media vuelta y sus ojos se encontraron con los del viejo Ike. Este asintió lentamente con la cabeza y luego hizo una muda señal a Boz.
-Tiéndete ahí en el suelo- le dijo-. Tu abuelo Tepaha va a darte una buena patada.
-¿Eh? -gruño Boz-. ¿De qué diablos estás hablando?
-¡Te he dicho que te tiendas en el suelo! ¡Si no lo haces tú, te tumbo yo a mi modo!
-P-pe-pero... -los ojos de Boz iban nerviosos de su padre a Tepaha-. ¿Qué cojones queréis? ¿Y por qué tiene que darme Tepaha una patada?
Ike le dijo que lo de la patada se le había ocurrido a él personalmente, del mismo modo que la idea de cortarle un dedo a I. K. se le había ocurrido a Tepaha.
-Tú has tratado a patadas a Joshie, que es una mujer de su familia. Y ahora él te tratará a patadas a tí.
- Pero... ¡Maldita! -dijo Boz volviéndose hacia su mujer-. Les has estado contando mentiras, ¿eh? Retíralo todo, retira todo lo que has dicho o te...
- Ella no ha dicho nada -dijo Arlie-. Es demasiado orgullosa para admitir que su marido le pega.
-¡Pero si no le he pegado! ¡El que diga que le he pegado es un cabrón mentiroso!
-Yo fui el que lo dijo, y vuelvo a decirlo ahora- dijo Arlie sonriendo-. Y no mentí ni miento. Lo mejor es que pongas el culo y aceptes lo que te caiga encima.
-Hijo de puta...
Boz se lanzó hacia él cogiendo al mismo tiempo el cuchillo que llevaba en la bota. Pero prácticamente en el  mismo instante se encontró la afilada punta del cuchillo de su hermano pegada a la piel de su garganta.
-Anda, échate al suelo, chico- dijo Arlie suavemente-. Tírate sobre esas tablas o te rebano la nuez.
Boz se tumbó sin dejar de maldecir a diestro y siniestro, y jurando que mataría a Arlie aunque le costase 





cien años. Arlie se burló de él diciéndole que necesitaría más de cien años en tener los redaños suficientes para hacerlo.
-¡Ya basta! -gruñó el viejo Ike-. Cuando quieras, amigo -le dijo a Tepaha.
El viejo apache se adelantó un paso, y dio un par de patadas a Boz; el joven se tiró un ruidoso pedo al recibir la segunda.
Al oírlo, Arlie se partió de risa. Boz se sentó en el suelo. Sin dejar de reír, Arlie le dijo:
-Siempre había pensado que no eras más que un saco de mierda. Me parece que ahora ya no cabe duda de que es cierto...
Con el rostro blanco de dolor y furia, Boz se puso lentamente en pie. Como quien no quiere la cosa, Arlie le dio la espalda fingiendo dirigirse a su mujer.
Era una trampa, naturalmente. Pero a Boz le pareció que era una oportunidad. Brincó hacia él, con el cuchillo desenvainado, pero cuando llegó adonde estaba antes Arlie, éste se había esfumado. Sin saber cómo, Boz se encontró de nuevo en el suelo, rajado desde el esternón hasta la entrepierna.
Las tripas se le desparramaron a través de la herida cayendo en las viejas tablas del piso. Arlie limpió la sangre de su cuchillo y lanzó a su padre una mirada aparentemente contrita:
-Tuve que hacerlo, papá. No había otra solución.
El viejo Ike, con el rostro inexpresivo, asintió con la cabeza.
-Ya lo he visto -dijo.




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Salud y enjundia

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